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Explotación, la sombra del Mundial de Fútbol en Catar

Un informe de Amnistía Internacional muestra la alarmante explotación de trabajadores migrantes en uno de los países más ricos del mundo.

Daniel Salgar Antolínez
19 de noviembre de 2013 - 02:21 p. m.
Un trabajador en los campamentos que ocupan el área industrial de Doha, Catar. /EFE
Un trabajador en los campamentos que ocupan el área industrial de Doha, Catar. /EFE
Foto: EFE - AMNESTY INTERNATIONAL/HANDOUT
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El mundial de fútbol que se celebrará en Catar en 2022 promete ser uno de los eventos deportivos más lujosos y caros jamás realizados. Se sabe que, entre otras extravagancias, la monarquía catarí prepara un estadio en forma de velero y una tecnología especial para refrigerar los camerinos, las canchas y las tribunas durante el verano. Pero detrás de tanta majestuosidad, está la historia de muchos trabajadores migrantes contratados para levantar la infraestructura de la Copa Mundo. Según Amnistía Internacional (AI), esos empleados viven en condiciones alarmantes de precariedad y explotación.

Hace una década Catar era un insignificante país del Golfo Pérsico. A principios del siglo XXI, el pequeño emirato empezó a explotar sus reservas de gas para convertirse, impulsado por las crisis económicas de Occidente, en un poderoso actor de la economía global. Hoy, su producto interno anual es de 75.000 euros per capita, el doble de Estados Unidos y diez veces más que China. Eso lo convierte en el país más rico del mundo, si eso se determina por la proporción del Producto Interno Bruto per capita.

John Carlin, en un artículo publicado en el diario El País en abril, describe cómo esta nación decidió a principios de este siglo "convertirse en una especie de potencia imperial cuyo poderío monetario se extiende no solo a todas las ramas del deporte, sino a la adquisición de influencia política y de imponentes bienes materiales en todos los rincones de la tierra".

En efecto, el pequeño emirato busca mucho más que convertirse en un actor económico de peso. Semejante riqueza le ha permitido establecer lazos simultáneos con Hamás, Israel, Estados Unidos e Irán, así como simpatizar desde la distancia con la Primavera Árabe que estalló en algunos de sus países vecinos. En junio de este año, se conoció que Washington retomó diálogos de paz con los líderes del régimen Talibán en Doha, la capital catarí. Así, el país del emir Tamim bin Hamad al Thani ha irrumpido en el mapa de la diplomacia y la economía globales.

Un negocio tan atractivo y visible como el Mundial de Fútbol no podía quedar por fuera de sus ambiciones. A esta pequeña nación sin tradición futbolística, aunque con millonarios programas de formación y patrocinio comercial de equipos de fútbol en Europa, le bastó su poderío económico para convencer a la FIFA de que le otorgaran los derechos para celebrar allí la Copa Mundo. En medio de rumores sobre la supuesta compra de votos, no se hicieron esperar los preparativos para el magno evento deportivo que se realizará en el verano de 2022, cuando la temperatura promedio es de 45 grados centígrados pero puede llegar a los 50.

Parece una paradoja que algunos de los trabajadores encargados de las multimillonarias construcciones estén en condiciones de hambre, miseria, y hasta tengan pensamientos suicidas. Un informe de Amnistía Internacional publicado el pasado domingo así lo indica. El documento se llama 'El lado oscuro de la migración: El foco sobre el sector de la construcción de Catar de cara a la Copa Mundial', está hecho con base en entrevistas con 210 trabajadores migrantes, algunos oficiales del gobierno y empresarios.

Según el informe, una de las principales causas de la explotación laboral en Catar es el 'sistema de patrocinio' al cual están sujetos todos los trabajadores migrantes del sector de la construcción. El sistema ata cada empleado a un patrocinador, que debe también ser su empleador –sea un individuo o una compañía-. Los patrocinadores tienen la potestad de prohibir a sus empleados abandonar el país o cambiar de trabajo. Así, se registran casos en que los migrantes son víctimas de abusos laborales, pero no pueden cambiar de empleo ni salir de Catar porque sus jefes, amparados por la ley, no lo permiten.

El Comité sobre la Eliminación de la Discriminación Racial ha observado que "la naturaleza fundamental del programa de patrocinio incrementa la dependencia de los trabajadores migrantes de sus patrocinadores, haciéndolos vulnerables a diversas formas de explotación y abusos". El Comité de Derechos Humanos de Catar, así como la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, ya han hecho llamados al gobierno para que cambie el sistema de patrocinio por uno que alcance un mejor balance entre los derechos del inmigrante y del empleador.

El informe de AI también indica que la Ley del Trabajo, que debería ser una medida de protección para los trabajadores, es aplicada de forma ineficaz y tiene graves deficiencias, por ejemplo prohíbe que los trabajadores migrantes formen o se afilien a sindicatos. Los que intentan presentar una denuncia contra sus empleadores por la falta de pago de sus salarios u otra clase de abusos, se enfrentan a un sistema judicial engorroso y que no responde.

Como ejemplo, AI muestra la historia de Rahul, un hombre proveniente de India que llegó a Catar, contratado por la empresa Krantz Engineering, para construir en los alrededores de Doha la Escuela Universitaria de Servicios de Seguridad y Emergencias Ras Laffan. En julio de 2012, Rahul y dos de sus compañeros de trabajo dejaron de recibir sus salarios. Su empleador les aseguró que les iban a pagar, que debían seguir trabajando, pero nunca cobraron. Aunque no les pagaban, si no acudían al trabajo se enfrentaban a fuertes sanciones económicas.

En noviembre de 2012 decidieron dejar el empleo, pero no obtuvieron los permisos para salir del país, por lo que estuvieron pasando hambre y corriendo el riesgo de ser detenidos. Hasta julio de 2013 los tres extrabajadores de Krantz Engineering volvieron a casa. Sin embargo, para pagar las deudas contraídas mientras trabajaban en Krantz, a Rahul no le quedó más remedio que volver a Catar sujeto a un empleador distinto, en donde sigue intentando que le devuelvan algo del dinero que perdió. Según AI, hasta ahora Rahul no ha recibido ningún pago.

El anterior es solo un caso entre otros que evidencian el trabajo forzoso y la discriminación a la que se ven sometidos una buena parte de los 1,35 millones de trabajadores extranjeros, la mayoría del sur y sureste de Asia, que hay en el emirato del Golfo. El reporte indica que en las prácticas actuales en el sector de la construcción, carentes de supervisión adecuada, algunos jefes consideran normal violar los estándares laborales. Los investigadores de AI escucharon al encargado de una firma constructora referirse a sus empleados como "animales".

La explotación se extiende más allá de las empresas que desarrollan los proyectos de altísimo perfil para el Mundial de Fútbol. Además de Krantz Engineering, el reporte habla de otras compañías como Qatar Petroleum, la surcoreana Hyundai E&C y la española OHL Construction, donde también se registran casos de violaciones a los derechos laborales.

El secretario general de AI, Salil Shetty, ha dicho mediante un comunicado que "es simplemente inexcusable que en uno de los países más ricos del mundo, muchos trabajadores migrantes están siendo cruelmente explotados, privados de su remuneración y abandonados en su lucha por sobrevivir". También ha indicado que la FIFA tiene el deber de enviar un fuerte mensaje público de que no tolerará abusos a los derechos humanos en proyectos de construcción destinados al Mundial de Fútbol. "Catar está reclutando trabajadores migrantes a un ritmo sorprendente para apoyar su auge de la construcción, con un aumento de la población de 20 personas por hora. Muchos inmigrantes llegan a Catar llenos de esperanzas, sólo para que éstas sean aplastadas poco después de su llegada. No hay tiempo que perder - el gobierno debe actuar ahora para poner fin a este abuso".

La FIFA respondió este lunes que "el respeto de los derechos humanos" es uno de sus principios y espera que "los organizadores de competiciones respeten plenamente" este aspecto. El organismo instó a Catar y a toda la región de Oriente Próximo a "descubrir el fútbol como plataforma que contribuya a cambios sociales positivos, lo que incluye una mejora de los derechos sociales y de las condiciones de los trabajadores inmigrantes".

Por Daniel Salgar Antolínez

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